Llegaremos a lo 42125 sueños cumplidos, gracias a Ofipol y a Academia Nacional
En la tarde del sábado 24 de septiembre viví uno de los momentos más emocionantes de mi vida, y para nada les estoy exagerando.
Para mí todas las charlas con opositores son especiales, de todas me traigo un magnífico recuerdo, un buen número de compañeros y alguna que otra amistad.
Este año he tenido la suerte de compartir mis experiencias con compañeros de Zaragoza, Valencia (con el compañero, amigo y escritor Rubén Sánchez, autor de Hadas con tacones afilados), Cádiz, Granada, Palma de Mallorca o Murcia. Si hablamos de los últimos años, podría multiplicar hasta por tres las ciudades que hemos visitado para presentar los libros. No me puedo olvidar de Cartagena ni de Málaga, ambas en dos ocasiones; ni de Sevilla, Benidorm, Alfax del Pi (de mi Agustín), Pamplona, Rota o Barcelona entre otras.
Pero lo de este fin de semana en Madrid superó con creces las expectativas que me había marcado a principios de año con los compañeros soñadores. Era la quinta vez que venía a Madrid por motivos literarios: las dos presentaciones de De Patrulla con Filípides y de Del sueño a la meta, y las dos visitas a La Feria del Libro de Madrid para firmar ambos libros, habían dejado ya el listón bastante alto. Aunque para techo alto, o como diría Manuel Marlasca en el prólogo de Del sueño a la meta, “techo de cristal” para despedazar, en la conferencia de San Fernando habíamos roto ya unos cuantos cristalitos, con más de 250 opositores. Mi amigo Raúl McGinley apostó por mí, y aquel día salió brillante.
Pero Madrid, lo vuelvo a repetir por tercera vez y en mayúsculas, PERO MADRID este fin de semana dejó en mí una secuela imborrable para siempre. Una secuela mágica que me hizo olvidar por un par de horas las otras (no tan buenas) que me habían dejado el accidente, y que en el día de hoy me han obligado a coger la baja.
Decía en De Patrulla con Filípides que “de Madrid al cielo”, en mi segundo libro hablábamos de “Del sueño al cielo”, y con el tercero, Entre superhéroes, pudimos conocer a algunos de los angelitos de ese cielo.
Los mismos, que seguro echaron una mano para que Madrid, fuera PERO MADRID; para que Madrid fuera “de Madrid al cielo”, y “del sueño al cielo”; para que un servidor lo volviera a tocar otra vez, y les pudiera saludar, mientras los imaginaba jugando al escondite inglés con Edu Balboa.
Yo puse un minúsculo granito de arena; las Academias OFIPOL y ACADEMIA NACIONAL pusieron la montaña más alta, y los opositores madrileños y de toda España que se acercaron este fin de semana hasta Móstoles, pusieron el resto. Entre todos llenamos el Centro Cultural Villa de Móstoles de ilusión a raudales.
Unos 550 opositores nos acompañaron. Yo me los pasé en grande con los compañeros. Los mismos que me hicieron olvidar las molestias de la espalda. Los miraba y los veía a todos guapísimos, ¡todos tenían cara de policía! Ellos de vez en cuando reían, pero entre risa y risa captaban el mensaje: que van a ser policías por todos sus valores; porque creen en ellos mismos, porque tienen una fe ciega en que lo van a conseguir, porque se lo están currando, porque son CONSTANTES, porque se organizan extraordinariamente, porque van a saber tener paciencia, y porque están disfrutando el camino en esta carrera de fondo en la que están participando (42195 metros del orden al cielo). Y a todo ello, OFIPOL Y ACADEMIA NACIONAL les están enseñando.
Hablar de Ofipol y Academia Nacional es hablar de experiencia, es hablar de sueños cumplidos. Por este motivo y por la tarde que nos regalaron el sábado, es de recibo darles las gracias.
Desde Móstoles, OFIPOL: a D. Pedro Abad y a D. Juan Pedro, a Pablo, a todo el equipo de profesionales que se han volcado para que esta conferencia saliera adelante, GRACIAS por gestionarlo todo; de ellos fue el sueño y el esfuerzo.
Desde Madrid, Gijón y Oviedo, ACADEMIA NACIONAL: a D. Segundo José Martínez, a D. Javier, a D. Fernando o a D. Miguel; de ellos fue la rúbrica.
A todos ellos los he nombrado como profesores de las academias; quizás, las personas que han ayudado a más opositores españoles a cumplir sus sueños. Quizás no, seguro. GRACIAS una vez más.
Y a ti, opositor. A ti que decidiste convertirte en policía, a ti que me hiciste un sitio a tu lado para pasar juntos los buenos momentos, y para ayudarnos a superar los malos; hoy quiero decirte más fuerte que nunca: COMPAÑERO.
Espíritu González
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